miércoles, 4 de febrero de 2009

Por un mundo sostenible

Nos encontramos en un punto de inflexión.
La actual sociedad en la que vivimos los habitantes de los países más desarrollados, comúnmente conocida como sociedad del bienestar se encuentra, a mi entender saturada.
Desde la revolución industrial los seres humanos hemos ido desarrollando productos de forma masiva para nuestro consumo. Productos que nos han ido haciendo la vida más fácil. Productos que se han vueltos necesarios en nuestra tareas cotidianas, cuándo no hace tanto tiempo, existían sólo en la mente de los vanguardistas premonitores. Productos que, con su consumo y bajo nuestro sistema capitalista, mantienen viva la economía y la hacen crecer, posibilitando a más gente acceder a estos recursos.
Para fabricar los productos que tanto deseamos consumir, se necesitan recursos y materias, como por ejemplo, el petróleo, y estos son finitos. Imaginen un mundo en el que toda la humanidad viviera en la sociedad del bienestar. Existiría la misma cantidad de petróleo pero seríamos más gente consumiendo, por lo que las reservas del petróleo se agotarían en un breve período de tiempo.
Actualmente no todos vivimos en la sociedad del bienestar. Sólo un bajo % de la humanidad se considera que pertenece a ella. Nunca nos hemos preocupado por las reservas de recursos y materias que existen en la tierra, hasta que nos hemos dado cuenta de que los países en vías de desarrollo (en la mayoría de los casos superpoblados) están alcanzando un nivel de bienestar elevado, consumiendo a un ritmo igual o superior al de sociedades como la europea o estadounidense.
Por lo tanto, haciendo un rápido cálculo llegamos a la conclusión de que no podemos permitirnos un consumo como el actual. Debemos actuar. Pero reconozco que es realmente complicado renunciar al nivel de bienestar que hemos alcanzado, así que hay que ponerse manos a la obra para encontrar alternativas al módelo de consumo actual.
Debemos encontrar la manera de hacer, de la tierra, un PLANETA SOSTENIBLE, porque la tierra no es nuestra, sino que somos una más de las especies que habitan en ella y no tenemos el derecho de consumirla.

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